El Blog dedicado a Valderas


Este Blog nace como rincón de la historia y la poesía valderense.

Un cordial saludo de
CESIDIO BLANCO GONZÁLEZ
-Escritor, Rapsoda y poeta valderense-

¡Bienvenido amable visitante!

viernes, 24 de enero de 2014





Las Labras

Los numerosos escudos heráldicos que nuestra Villa atesora en sus calles y plazas, son fieles testigos mudos de un glorioso pasado; son libros abiertos que con variada simbología predican la hidalguía de Nobles Caballeros que ganaron sus insignias con honor en renombradas batallas, lides, y combates medievales.
Otrás labras se quedaron atrás en siglos pretéritos, pero, quienes hemos nacido y vivido en Valderas al declinar el pasado milenio y en el amanecer del  nuevo, generalmente no valoramos en su justa medida las maravillas que tenemos delante de nuestros ojos, y, tal vez por cotidianas desde nuestra infancia, no las supimos apreciar. Suele ocurrir, tan cierto como el viejo refrán: "los árboles no dejan ver el bosque".
Sin lugar a dudas, la riqueza cultural simbólica cincelada en las piedras es un preciado tesoro legado por nuestros mayores, que no podemos ni debemos apartar, y sí apreciar, mimar, conservar y estudiar; porque desde el silencio viene a reescribir una antigua y gloriosa historia, que es la nuestra.
Para valorarla más claramente, es conveniente intentar cambiar la habitualidad y tratar de ver Valderas desde la sensación que experimenta el caminante que sin conocer nuestra Villa, por primera vez se acerca a visitarnos, y habiendo contemplado desde la lejanía los derruidos torreones del castillo alzándose cada vez más próximos en el horizonte de la Altafría, por fin llega al caserío y camina por las calles y plazas viendo pausadamente los numerosos blasones que presiden lienzos y portadas de señoriales casonas: Cabeza de Vaca, Los Arias, Aguilar, etc.
 Sumergido en el sosegado silencioso envolvente, mágico y apasionante del corazón de la Villa, llega hasta el pórtico de la iglesia de Santa María del Azogue, e instintivamente posa su mirada en emblemático edifico herreriano de la antigua Casa Consistorial, presidido por el escudo de la Villa, el anciano templario cargado de esotérica espiritualidad y misterios, de antiguos secretos, flanqueado a su vez por las dos grades y amenazantes gárgolas leoninas que, al igual que el escudo al que defienden, entre sus afiladas garras guardan los más puros signos de la identidad valderense: bandera, llamas y estrellas.

             


                                                           
Pero hay que seguir caminando. La tarde veraniega es apacible, sosegada y luminosa,  nos invita a ir despacio disfrutando de un inesperado y maravillo ambiente, así, llegamos a los pies de la Virgen Morena, la flor más Santa y hermosa que jamás vieron los ojos. La gloriosa Capitana del alma y sentir Valderense. En los últimos días del verano las campanas repican a gloria en su honor, y su santuario es un remanso de paz para el alma, que nos invita a la oración y nos acerca al cielo.   





Aquí muy cerca, contiguo al templo, al otro lado de la calle, está el escudo heráldico de un Grande de España, con su yelmo enrejillado y al frente, tocado con penacho de las siete plumas cómo corresponde a un Conde. La pétrea fachada del esquinado balcón ojival luce con todo su esplendor el emblema del "Conde de Trastámara", Señor de Astorga, de Villalobos y de las Siete Villas de Campos cuya capital era Valderas. La simbología de su labra es muy variada: lobos pasantes, torre de Señorío, el Torreón de Turienzo de los Caballeros Templarios circundado por  veneras santiaguistas, el ajedrezado -valor del soldado en la batalla-, el león rampante del antiguo Reino con los sotueres de las Navas de Tolosa, etc.
 

Seguimos adelante, y pronto nos hallamos bajo la dulce mirada de imagen de Nuestra Señora del Buen suceso, sobre ella la pentalfa, y colgadas de la bóveda están las carcomidas y oxidadas puntas de férreas y puntiagudas saetas del Arco de las Arrejas.

Virgen del Buen Suceso en el Arco de las Arrejas
      

Al salir hacia la plaza del Ganado, aparece ante nuestros ojos la inmensa mole petrificada por los siglos de la iglesia de San Juan, dedicada al Bautista, donde, iluminada por el sol dorado del crepúsculo vespertino, en la base del primer cuerpo de la torre vemos la gran linterna de los muertos, cuya concepción original fue guiar por la nave central del templo al último reflejo del astro rey, y al hundirse éste en el abismo del horizonte, su último rayo dorado moría a los pies del Santo Sepulcro, mientras la iglesia funeraria -La Stupa- comenzaba a cubrirse con un bellísimo manto de luceros y estrellas.
San Juan del Mercado
Linterna de los muertos

 Transitando la calle de Santiago entre blasones y portalones de rancias casonas que aún conservan repiques de armas y espuelas de los caballeros cruzados, el viajero percibirá cercanos otros tantos genuinos aromas medievales, y verá en su altar al Santo Apóstol Santiago rememorando su gesta en la batalla de Clavijo. En su capilla sobre el arco, aún resuenan los ecos de rezos y cantos de monjes guerreros de las órdenes militares de Calatrava, Alcántara y Santiago adorando a la Reina del Cielo, la Virgen de la Cabecica.

 

Con este inolvidable y grato recuerdo de un pasado de siglos no muy lejano, el viajero se despide de Valderas caminando hacia poniente, hacia la caída del sol que marca la ruta del mar tenebroso siguiendo el camino de las estrellas, que lleva a la tumba del Apóstol, en el corazón de las verdes montañas de Galicia.

Al contemplar estas maravillas, también los valderenses sentimos muy dentro el mágico embrujo de la anciana Villa medieval cuajada de siglos de historia, que, en la modernidad del siglo XXI permanece palpitante en el corazón del pueblo, envolviendo a sus hijos con un hálito de gloria.

-----------------------------------------------------
En el próximo relato comenzaremos a desvelar los secretos templarios del escudo de Valderas, y proseguiremos con los esotericos misterios de la iglesia de San Juan.
-----------------------------------------------------