El Blog dedicado a Valderas


Este Blog nace como rincón de la historia y la poesía valderense.

Un cordial saludo de
CESIDIO BLANCO GONZÁLEZ
-Escritor, Rapsoda y poeta valderense-

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Una salida secreta

Una vieja historia de Valderas convertida en leyenda,  contada de abuelos a nietos al amor del fuego en las frías noches del invierno, habla de un túnel que partiendo del castillo unía éste con el de Benavente.
Creo que muchos valderenses en nuestros años jóvenes hemos oído esto en alguna ocasión, e intrigados por tal misterio, nos hemos preguntado cómo podía ser.
Meditando en repetidas ocasiones sobre la  existencia del  túnel o pasadizo, llegué a la conclusión de que no podía existir. No podía ser cierto, pues en el siglo XII en que se construyó el castillo, no tenían la tecnología ni los medios materiales necesarios para acometer una obra de semejante envergadura, y considerando la distancia existente entre ambos castillos, aún menos. Por tanto, creo que esta historia no pasa de ser leyenda.
El túnel entre los castillos de Valderas y Benavente nunca existió, pero sí es lógico pensar que al ser fortificada nuestra  Villa  por el rey Fernando II de León, quienes construyeron el  nuevo castillo y muralla, como propia autodefensa y vía de escape, hicieron a la vez algunas salidas secretas extramuros, como era habitual en las ciudades amuralladas.
      Regresando a un importante acontecimiento bélico ocurrido cuando Valderas  estaba protegida por su castillo y cerca, llegué a la conclusión de que sí habían de tener uno o varios túneles que servían de escape  o salidas secretas. Seguramente partirían del anfiteatro del castillo, o tal vez de alguna de las bodegas próximas a las empinadas cuestas que caen hacia el río, pues, como bien sabemos los valderenses, otra cosa no tendremos, pero agujeros, túneles y huecos en el subsuelo bajo las casas, los que se quieran.






El hecho histórico a que me refiero con antelación, que viene a demostrar la existencia de estas salidas subterráneas secretas, es el cerco del ejército anglo-portugués que acosó Valderas en la primavera de 1.387.
Cuenta la historia (no la leyenda) que, estando cercados,  y viendo aproximarse el desastre que amenazaba sus vidas y la total destrucción de la Villa, los defensores decidieron apartar del peligro a las mujeres, los ancianos y los niños,  y como sabemos, bien cierto que lo hicieron.
Es notorio que, en el cerco de cualquiera ciudad amurallada,  los sitiadores tienen las puertas bien vigiladas; por tanto, la pregunta es inevitable: ¿por dónde salieron sin ser vistos?
Sobradamente sabían los defensores que, si los que se iban eran hechos prisioneros, ellos no tendrían otra alternativa que deponer las armas y rendirse, así, todo nos hace pensar que cuando tomaron tal decisión, estaban bien seguros de lo que hacían, y, por cierto, lo lograron, pues las mujeres, los ancianos y los niños salieron sin ser vistos.
 Cuando el invasor entró en Valderas siendo devorada por las llamas, ya se habían ido, ya estaban a buen recaudo refugiados en el monte y  en pueblos cercanos.
Esto viene a demostrar que contaban con una o varias salidas secretas. Tal vez sigan ahí, ocultas en las cegadas galerías del anfiteatro del derruido castillo, o en el oscuro rincón de alguna bodega o mazmorra.

            Los túneles existían. Les iba en ello la vida.
Próximo reportaje: heráldica valderense.