Introducción
Como prólogo de este documento, creo
necesario y obligado comunicar a mis amables lectores lo delicado y complejo de
este tema que me propongo abordar, por tratarse de la "Pentalfa", una
estrella mágica de doble y esotérico significado.
Considerando
las múltiples y diferentes interpretaciones mágicas que se la atribuyen:
tarotistas, adivinos, espiritistas y magos, apuntan en ella una bipolar representación
de las fuerzas del bien y del mal, según sea su posición u orientación. Para no dar lugar a una maliciosa, o en su
caso errónea interpretación, debo apostillar que, aquí queda demostrado que
todas las pentalfas que existen en Valderas, que iremos descubriendo juntos en
esta historia, están orientadas con una sola punta hacia arriba, una a cada
lado de ésta, y dos hacia abajo; así, puedo colegir y certificar que todas
pertenecen a la línea espiritual de las esotéricas fuerzas del bien, y en este
caso, son amuleto y talismán espiritual de
protección de la villa de Valderas.
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Primera estrella:
Con motivo de la investigación
efectuada para documentar el significado de la simbología del escudo de
Valderas, explicada en este Blog con el
artículo titulado "El Templario", inicialmente se mostraban
claros muchos de los signos inherentes a la orden de los Milites Templi: Baphomet,
venera, caracolas, estrellas octogonales, etc.,
lo cual marcó la pauta para continuar en esa línea, pero, otros signos
del mismo matiz, ciertamente no estaban claros, hasta tal punto, que en algún
momento llegué a pensar que eran impenetrables barreras, que de no salvarlas
podían dar al traste con toda la investigación, por incompleta.
Los casos más llamativos fueron las alas (muñones rayados en la parte
superior),y las patas de la oca (bajo los laureles del círculo central). Ambos
signos me costó más de tres años verlos y descifrarlos, pero una asegurada su
interpretación, fueron el hilo conductor para ver completo el cuerpo de la Oca,
dando como resultado la aparición de la Gran madre de los Templarios que se
halla deliberadamente oculta en todo el escudo, por eso, digo y afirmo, que el
escudo de Valderas es una pieza única en España, digna de estudio y admiración
para todos los eruditos que pretenden averiguar los esotéricos misterios
templarios de las diferentes iglesias y encomiendas ubicadas en la línea del
mágico paralelo 42. Pero, si esta dificultad fue considerable, no fue la única,
porque también se me presentó con una pequeña estrella de cinco puntas que
acompaña a las octogonales en el centro del emblema, la que vemos situada bajo
la bandera, y sobre las llamas.
Ciertamente, en principio no lograba
explicar por qué esa diferencia de una estrella pequeña de cinco puntas, siendo
las otras más grandes y de ocho. Así, una y otra vez me preguntaba: ¿por qué no
son todas iguales? y ante esta realidad tuve muy claro que la diferencia había
de estar en el significado. Las octogonales son poligonales de espiritualidad,
está claro, pero: ¿qué significaba aquí la otra?. Ante tal disyuntiva, no había
otra solución que sondear nuevamente los textos bibliográficos para llegar a
una fiable conclusión. Con cierta intriga y sorpresa vi que el significado más
ancestral de esta estrella se remonta a siglos antes de la era cristiana, por
ser el "Quinto Sephiroth de la Cábala Hebraica", o lo que es lo
mismo, el medio por el cual se trasmitía la voluntad divina a los profetas y maestros
del Antiguo Testamento: Esdras, Noé, Matusalén, Moisés, etc., antes de venir
Jesucristo al mundo.
Lógicamente, por ser tan importante y
misteriosa respecto a la transmisión de sabiduría divina, fue tomada como especial
distintivo por los maestros templarios: Talladores del arte en las piedras, calculadores
y pitagóricos, maestros constructores que necesitaban comunicar su sabiduría e
inspiración a las futuras generaciones a través de sus obras grabadas en las
piedras de catedrales y templos para el culto divino.
Las marcas de los canteros que podemos ver en
construcciones de origen cisterciense, son muchas y muy diferentes; son muy
numerosos los diversos signos que identificaban a cada uno de aquellos que
cincelaban las piedras, pero esta estrella es especial, y se ve pocas veces,
porque, como ya he apuntado, pertenecía al maestro, y lógicamente no era tan
abundante como las otras marcas. Era y es de tal valor espiritual que, él mismo
la grababa en su tumba, así podemos verla en el monasterio de Batalla
(Portugal), sobre una pétrea losa a los pies de un Santo Sepulcro, donde
descansa el maestro que dirigió y cinceló la construcción de tan maravilloso
edificio de finísimo corte Manuelino, semejante a una pequeña catedral. También
está en las paredes interiores de la catedral de Santiago de Compostela (al
entrar en el pasillo de la derecha a una altura de tres metros sobre el suelo),
y en el monasterio portugués de Alcobaça, (junto a las tumbas del Rey don Pedro
y de Doña Inés de Castro, la legendaria Reina que reinó después de muerta.
Ellos fueron los protagonistas de la leyenda amorosa portuguesa, que durante
siglos escuchó el pueblo llano en los cantos de trovadores y juglares); también
podemos verla en el monasterio vallisoletano de la Santa Espina, y en tantos
otros lugares que sería imposible de relatar todos aquí. Sirva también cómo ejemplo la gran estrella
pentagonal de la misteriosa iglesia de San Bartolomé de Ucero, en el cañón del
Río Lobos, que forma una gran linterna en el lienzo de la pared principal; un
rosetón luminoso que coincidiendo con los días de solsticio que mudan las
estaciones del año, manda un haz de luz solar redondo como el astro rey al
centro de la iglesia, que va recorriendo un camino marcado con finas piedras
hasta iluminar el mágico lugar de la piedra de la salud.
Por tanto, a estas alturas de la
investigaciones, no me cabe la menor duda de que esta pequeña pentalfa del centro del escudo de Valderas, marca la
diferencia con las otras octogonales, y la conclusión es clara: Sin lugar a
dudas, es el sello y huella espiritual del
Maestro tallador que cincelo nuestra labra. Más adelante veremos que no
está sola en nuestra Villa.
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Segunda estrella:
Hace años que dedico buena parte de
tiempo a recopilar datos para cumplimentar e ilustrar los libros de historia
valderense consignados en la página principal de este Blog, y siempre anduve
tras la pista de uno de los escudos identitarios de la Villa que muchos historiadores
y el propio pueblo citan como: el de "Dos Banderas", y es
precisamente éste el que muchos asocian a uno de los antiguos nombres de la
Villa, concretamente al topónimo "Banderas de las LLamas", que el Padre
Albano desestimó por pensar que era un
mero invento de la imaginación. Ciertamente, por más que intentaba encontrarle,
la cosa se presentaba difícil, y hoy reconozco que me desanimé hasta tal punto
que llegue a desistir, pensando que si algún día existió, actualmente no
existía, pues la única referencia que hallaba era un sello eclesiástico en que
aparecían las dos banderas, y ése no era precisamente un escudo de la Villa.
Cuando rimé el libro de poesía titulado
"Valderas -Rimas y Honores", en él dediqué unos pocos poemas a la
virgen Pastorcica de Otero, y como hacía muchos años que no iba a verla a su
ermita de la que guardo muy buenos recuerdos de juventud, con intención de
incluir en mi rezo alguno de los nuevos poemas en su honor, el día de Santa
Cruz del año 2008, cuando los campos se llenan de flores en el mes de mayo, me
acerqué a honrarla con motivo de su fiesta grande.
Cuando la misa iba por la mitad, y me
hallaba disfrutando el inolvidable momento en que flota en el aire el aroma de
primavera, y se siente el cariño de ancianos y jóvenes pastores y pastoras,
vestidos con trajes típico y zagalejos bordados de flores, cantando a la virgen
una adoración que se posa en el alma como
bálsamo del cielo, sin saber ni cómo y sin apenas darme cuenta, posé mi
vista en una tabla que se estaba colgada en la pared frente a la ráfaga
luminosa de la arquivolta de la puerta principal. Y...¡sorpresa!, la luz reflejó
la silueta de un escudo con dos banderas y llamas talladas en su interior, cuyos
signos apenas podían distinguirse por la capa de polvo que tenía encima: ¡Dios
bendito! Me decía a mi mismo: ¡Virgen Pastorcica! ¡Aquí está el de las "Dos
Banderas"! ¡Qué maravilla!
La sorpresa fue mayúscula, y, ni que
decir tiene que no daba crédito a lo que estaba viendo. Cómo iba yo a pensar
que estaría allí, en la ermita de Otero, en un lugar solitario en medio del
campo. Jamás lo hubiera creído.
Cuando terminó la misa y los fieles
salieron de la nave central a disfrutar el sol del mediodía de Mayo, con ayuda
de mi esposa que siempre ha sido mi mejor apoyo en estas y otras investigaciones,
apilé dos bancos para subir a verle más cerca, y con un pañuelo le quité parte
de la abundante capa de polvo que le cubría.
Allí aparecieron bien claras llamas y
dos banderas cruzadas, y sobre ellas unos cuantos puntos negros que resultaron
ser clavos de color negro con una estrella pentagonal grabada en la cabeza
exterior de cada uno de ellos. Conté siete. Situados sobre las banderas en el
cielo del escudo, forman una constelación celeste, lo que enseguida me llevó a
pensar que podía ser un mapa y, a si era, porque sin lugar a dudas, colocada la
misma disposición sobre un plano, resultó ser la orientación de las Siete
Villas de Campos, cuya capital en tiempos medievales fue Valderas.
Es claro, que aquí tenemos siete
estrellas pentagonales representando villas, y que una de ellas marca la Villa
de Valderas como principal enclave de la comarca. El escudo es único, porque,
que yo sepa, no hay ningún otro que refleje y represente a las Siete Villas de
Campos.
1.- Valderas
2.- Becilla de Valderaduey
3.- Roales de
Campos
4.- Castroverde de Campos
5.- San Miguel del Valle
6.- Fuentes de
Ropel
7.- Villaornate
Esta tabla partida y resquebrajada,
rota por los años, tengo para mí que es
en realidad un trozo desprendido de la parte superior del retablo principal,
por tanto, siempre han estado en el cielo de la hornacina de la virgen y sobre el
altar, cubriendo con sus estrellas como santo velo a la Virgen Pastorcica.
Es notorio que hay muy poca iluminación en la
nave interior de la ermita, y, si esta pieza no se hubiese desprendido del
cielo del retablo, a tal altura y con tanto polvo encima, yo jamás la habría
visto, por tanto, dadas la circunstancias he llegado a pensar que este hallazgo
fue un regalo de la Virgen Pastorcica al escuchar mis poemas, de otra forma, no
sabría explicar lo que ocurrió allí, porque habiendo buscado durante años este
identitario escudo, se presentó ante mí como llovido del cielo, casualmente, pocos
meses antes de finalizar el libro titulado "Valderas- Una Reina en la
Frontera", en que desgrané una importante muestra de la heráldica de los
escudos Valderenses, y este hallazgo fue como un regalo del cielo que me permitió
completar el libro.
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Tercera estrella:
En la anterior legislatura municipal
se restauró buena parte del Seminario y los emblemáticos arcos de Santiago y de
las Arrejas, que hace siglos fueron importantes puertas de entrada a la Villa,
y son los únicos vestigios que quedan de la muralla y cerca medieval.
Cuando los restauradores se hallaban
picando una gruesa capa de yeso en la bóveda de las Arrejas, justo encima de la
hornacina de la pequeña imagen de la virgen del Buen Suceso, con sorpresa
vieron que iba saliendo un antiguo grabado, y, pensando que si seguían adelante
podrían dañarlo y destruir algo valioso, decidieron dejar de picar aquel yeso,
hasta que algún experto se hiciese cargo de descubrir el hallazgo.
Para verla bien- pinche en la fotografía-
Acertadamente lo dejaron así, pero en
lo poco que descubrieron podemos ver una cruz, y junto a ésta una pentalfa bien
marcada, que en tan emblemático lugar, sobre la imagen de la Virgen, en tiempos
medievales daba la bienvenida a quien llegaba a traspasar la puerta de
Valderas.
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Cuarta estrella:
El pasado año 2013, con motivo de la festividad
del IV centenario de la llegada a Valderas de la Virgen del Socorro, después de
asistir a la novena tuve la oportunidad de visitar el Museo Parroquial, que
atesora una gran cantidad de imágenes, objetos y ornamentos sagrados de
reconocido valor; son los que hace siglos estaban en templos que se han
arruinado o han cesado el culto, como es el caso de la iglesia del San Juan del
Mercado. Estas valiosas reliquias han sido conservadas por el valderense y
fundador del museo diocesano parroquial don Niceto Tirados Blanco, quien con
personal iniciativa y buen criterio, ha realizado una magnífica labor digna de
toda loa: recogiendo, custodiando, restaurando, y conservando todas aquellas
piezas, ornamentos y enseres, que de no haber sido así, sin duda alguna se
habrían perdido. Gracias a él, hoy podemos admirar nuestra historia común, por
ello, justo es reconocerle la entrega, abnegado sacrificio, y buen trabajo
realizado durante muchos años para lograr este verdadero tesoro, y felicitarle
y agradecerlo desde este Blog.
Luego de la novena, en la que tuve
el honor de participar con una rapsodia de alabanza a la Virgen del Socorro,
estuve un buen rato disfrutando del museo, y cuando me disponía a abandonarlo
me llamó poderosamente la atención una estrella colgada encima de la puerta de
salida, precisamente por ser una hermosa pentalfa del tamaño del volante un
coche, muy llamativa, con las puntas bicolores tintadas mitad y mitad de ocre y
negro. Enseguida pregunté en qué templo o iglesia se había recogido para traerla
al museo, y confirmando mis sospechas, me dijeron que de la Iglesia de San
Juan. Digo confirmando mis sospechas, porque nada más verla vinieron a mis
pensamientos todas las misteriosas reliquias templarias que existen en la
citada iglesia, a las que, en breve, para conocimiento y disfrute de mis
amables lectores, dedicaré varios capítulos en este Blog desvelando algunos de
sus esotéricos misterios. Dicho lo anterior, y sabiendo que San Juan guarda en
sus muros: la cruz Pate templaria (la druídrica), la gran linterna de los
muertos, el árbol de la vida, las cámaras iniciáticas, la cámara secreta, el
Santo Sepulcro, etc., el lector comprenderá por qué mi primera impresión fue
que esta maravillosa estrella de cinco puntas no podía haber salido de otro
sitio en Valderas nada más que de San Juan.
Por tanto, aquí, en el Museo
Parroquial, y procedente de la antigua iglesia funeraria "Stupa
canalizadora de la luz espiritual", tenemos en Valderas otra Pentalfa de
singular tamaño.
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Quinta estrella:
En los más emblemáticos lugares y en
los principales escudos identitarios de la Villa, todas las estrellas
pentagonales que hemos visto están representando a Valderas, muy especialmente
en la espiritual iglesia funeraria de San Juan, y coronando a las vírgenes:
Pastorcica y del Buen Suceso; pero hay una más, y ésta es precisamente la que completa las cinco puntas del espiritual pentagrama
valderense, con la especial connotación de que es mucho más grande y bella
que las ya citadas con antelación. Ciertamente ésta es muy especial, porque encomienda la
Villa de Valderas a la protección de nuestra Madre y Patrona la Virgen del Socorro,
y es transmisión divina entre el cielo y la Villa de Valderas, cuando devotamente emocionado el pueblo canta rezando: "Salve Estrella Norte y Guía, salve camino del cielo...."
Todos lo valderenses pueden sentir su protección y magia espiritual al besar el sagrado manto de la Virgen Morenica.
Todos lo valderenses pueden sentir su protección y magia espiritual al besar el sagrado manto de la Virgen Morenica.
Invito a todos los valderenses a
descubrirla, porque la gran Pentalfa bordada con hilos de plata y de oro, sin
lugar a dudas, es la "Estrella de Valderas".
Una
mágica luz alumbra el cielo,
más pulcra que las llamas del escudo,
es "Quinto Psefiroth" testigo mudo,
legado del maestro en su desvelo.
De
la virgen Pastora es plata y velo,
reflejo de un amor viejo y profundo,
ella las Siete Villas muestra al mundo,
fiel espejo del mapa de su suelo.
Con la Arreja y la Flor del Buen Suceso,
a quien llega a Valderas le saluda,
con santa bendición de paz y calma.
La Stupa de
San Juan lleva enlutada,
y en la Virgen
Morena es manto y beso,
remanso sosegado para el alma:
la estrella de Valderas: "La Pentalfa"
Autor: Cesidio Blanco González