Introducción
Los numerosos escudos heráldicos
que presiden portadas de casas solariegas de Valderas, son libros abiertos y fieles
testigos que predican la hidalguía y nobleza de una anciana Villa medieval. Las
labras hunden sus raíces en una genuina e identitaria historia que se ve
reflejada en ellas con todo su esplendor; así, en adelante, en este Blog de
historia y poesía, ha llegado el tiempo de ir viendo y desgranando la
simbología de cada uno de estos escudos, comenzando por los que han representado
a la Villa en las diferentes épocas de su historia; pero como todos son
importantes por sus diferencias y genuina identidad, seguidamente, en
diferentes capítulos abordaremos juntos también aquellos que pertenecieron a
los Nobles, Señores, y ricohombres.
En el capítulo titulado "El
Templario", publicado en este Blog, se han desgranado todos los signos y
misterios del que subjetivamente considero el más antiguo, que vimos
presidiendo la portada de la Casa Consistorial de la Plaza Mayor, y en el
reportaje titulado "La Estrella de Valderas", hemos hablado también
del escudo de las "Dos Banderas", de su hallazgo y dónde se
encuentra, y del especial significado de sus siete estrellas pentagonales; pero
es claro que esta labra que representó y que aún nos muestra a Valderas como Capital
de las Siete Villas de Campos, por ser muy importante, en mi opinión no es
suficiente lo explicado sobre ella, y considero que bien merece que nos detengamos
pausadamente a analizar todos y cada uno de sus signos, especialmente aquellos de
los que aún no hemos hablado, puesto que en el capítulo anterior sólo
descubrimos el significado de las pentalfas, por tanto, comenzaremos con éste,
prestando especial atención a la interpretación de los misterios que en él se
encierran.
¡Dos banderas!
Como quedó dicho en el capítulo anterior,
he de reconocer que llevaba tiempo
intentando encontrar el misterioso escudo con "Dos Banderas" y un
brazo salvándolas de las llamas, pues no son pocos los eruditos y tratadistas
de Valderas que citan un emblema relacionándolo con uno de los antiguos nombres
de la Villa.
Ya mis lectores saben cómo le encontré, de milagro. Apareció
ante mis ojos en la ermita de Otero. Para no alargarnos demasiado, considero
que ya no procede contar otra vez la mima historia.
Preludiando el tema, es importante decir que ninguno de los
otros cuatro escudos que en algún momento representaron a la Villa tiene las dos
banderas: el de la Casa Consistorial de la Plaza Mayor, el del Paseo Viejo, el
de Don Albar Pérez de Osorio del Arco de Santiago, y el del Obispo Trujillo del
año 1.525 (todos éstos los veremos más adelante); y el hecho de que los
tratadistas hablen reiteradamente de tal connotación, incluso se cita un sello eclesiástico que timbra con dos
banderas, sin duda era clara demostración de su antigua existencia.
El día tres de Mayo del año 2.007, oyendo misa en la ermita de
Otero con motivo de la romería de la Santa Cruz, en lo alto de una de las
paredes del templo, pude leer lo
siguiente: “Hizo esta obra –Gabriel Sánchez- M. De carpintería- año de 1.683”
¡Qué maravilla! Una
inscripción bien conservada de hace más de 300 años. Ciertamente, no me lo
esperaba.
Después de muchos años sin poder ir a la romería de la Santa
Cruz de Otero, mucha ilusión me hizo ver a la Virgen Pastorcica, pero leer
esto, por inesperado, era maravilloso. Entusiasmado por el hallazgo, no pude
por menos de reparar en la magnífica obra de carpintería que el citado
maestro carpintero hizo en el entramado
de madera del techo, obra realmente fabulosa por su semejanza con el techado de antiguas sinagogas. El grabado lo
leí varias veces, y justo debajo de esta inscripción, está el escudo.
Sobre las llamas
tiene dos mástiles cruzados y aferrados por un puño, y las dos banderas que se
entrelazaban con clavos (estrellas), así, contiene todos los signos
identitarios del escudo de Valderas: Banderas, estrellas y llamas.
Por ser totalmente asimétrico, lo primero que llama la
atención es su originalidad, especialmente el contorno y el cuerpo central de
la mitad superior con los históricos símbolos, así, puedo comprender que
algunos afirmen que en la Alta Edad Media uno de los nombres de la villa fuese
“Banderas de las Llamas”, ciertamente no escrito, pero reflejado aquí meridiana
con claridad.
Lo novedoso, es que todo en él, da la sensación de movimiento o rotación.
Ello se aprecia en el arco que tiene encima del brazo que tira de las banderas,
y en los mástiles y telas tendidas al viento, que al ser rescatadas de tirón
hacia el lado izquierdo, se despliegan hacia al lado contrario (vuelan en el
viento) en claro movimiento. Las
lenguas de llamas también se mueven: crepitan
y pululan en la hoguera inclinándose hacia la izquierda y buscando devorar las
banderas. Las estrellas rotan (también se
mueven), pues nadie ignora que coda noche caminan por el cielo y nunca
están el mismo lugar del firmamento cósmico.
Todo nos anuncia que algo
en él está vivo, que pulula, que se mueve. Por tanto, lo verdaderamente
novedoso es el "movimiento", que con meridiana claridad nos dice que Valderas no permaneció impasible ante los devastadores
asaltos a sangre y fuego, pues con gran arrojo y valor desafió y se enfrentó al
enemigo invasor salvando del fuego las banderas que representan "el honor y la victoria".
Las estrellas que vemos en su cielo de fondo color madera,
marcadas con cabezas clavos, donde se distinguen cinco radios en cada una de
ellas, ciertamente son pentáculos, y en mi opinión, lo más curioso es que
presentan una especial colocación: ¡una
constelación! ¡Qué sorpresa! bajadas al suelo forman un plano. Son exactamente
siete, y su distribución en el escudo no es casual, pues si abrimos un mapa de
la comarca comprobaremos que la orientación se corresponde con la ubicación en el plano de las Siete
Villas de Campos.
Por tanto, los clavos son puntos geográficos que indican
villas representadas por estrellas, dispuestas de la forma siguiente: La central de las tres que vemos a la derecha es
Valderas; y a su vez es referencia en el plano para orientarnos a las demás
villas.
Para verlo mejor, como en cualquiera otro mapa fijaremos el
Norte en la parte superior del escudo, y tenemos, que la estrella que está a la
derecha de la señalada con el número (1), que representa Valderas , es decir,
al Este, es Becilla de Valderaduey (2). Bien cierto es que allí se halla
geográficamente respecto a la capital de las Siete Villas.
Más al Sur-Oeste está Roales (3), y un poco más abajo en
dirección sur-este está Castroverde (4). A la izquierda de éstas, ligeramente
al Sur-Oeste de Valderas y al Oeste de Roales se ubica San Miguel (5), y más hacia el Oeste Fuentes de Ropel (6). Para finalizar,
siguiendo la dirección Norte-Oeste, junto a la fértil ribera del río Esla vemos
a Villaornate (7).
Referente a las banderas y las llamas, su significado se ha
explicado en la simbología del primer escudo ubicado en la Casa Consistorial
(las banderas representan el honor y la victoria, y el fuego la purificación y
el sacrificio supremo).
Pero este emblema nos
dice mucho más, porque en su conjunto tiene algo maravilloso que no debemos pasar
por alto. Es la impronta de una heredada, vasta, y ancestral sabiduría que sin duda poseía quien le hizo.
Las huella a que me refiero es la siguiente: en el centro
inferior vemos algo que parece representar la impronta de una oca o cisne, y a
ambos lados de ésta cierran el escudo unas espirales (recordemos que en el
pétreo escudo de Valderas también hay espirales en forma de caracol), más
arriba hay claras alegorías a la naturaleza (como vimos, en el primer escudo
también están representadas todas las fuerzas vivas de la naturaleza), y tiene
tambien cuatro roeles a cada lado (un
octógono). Las pentalfas, cuyo significado ya conocemos, junto con
estos signos descritos con antelación, sin lugar a dudas apuntan un antiguo conocimiento
templario heredado por generaciones de maestros talladores y constructores.
Según la inscripción que reza en el rótulo
citado en el encabezamiento de este articulo, en el año 1683, el maestro
carpintero Gabriel Sánchez restauró las maderas del tejado de la Ermita de
Otero, y con toda probabilidad fue también él quien hizo el retablo tallado en
madera, y le coronó con este escudo; así, vistos los signos que contiene, en mi
opinión, el maestro era
conocedor de las antiguas técnicas de los Caballeros del Cisne (los Cygnatus,
los monjes guerreros que protegían a los peregrinos bajo el camino de las
estrellas en su peregrinación hacia la tumba del Santo Apóstol Santiago), por
ello, reflejó algo que en Valderas ya se había hecho siglos antes, la Oca, el
Cisne sagrado.
Veamos estos dibujos:
Abajo, en el centro vemos la impronta palmípeda, y está
claro que solamente tenemos que añadir el pico en el lugar adecuado y ¡Lo
tenemos!, ¡Un Cisne con plumones y todo! ¡La Oca! Así, aquí aparece el mismo
misterio que oculta esotéricamente el anciano y pétreo escudo de la Casa
Consistorial de la Plaza Mayor.
Localización en el tiempo
Seguidamente a gobernar Valderas el caballero López de Haro
(explicaremos su escudo en un próximo capítulo), comienza el tiempo de las
Siete Villas de Campos, con los Osorio, Señores de Astorga y de Villalobos, Grandes
de España.
A mediados del siglo XIII el regidor de Valderas era un
representante del Conde de Villalobos, por tanto, podemos tomar como referencia
desde la primera mitad del siglo XIII hasta el año 1387, en que don Alvar Pérez
de Osorio soportó el asalto de los anglo-portugueses capitaneados por el Duque
de Lancaster. Sabido es, que el heroísmo de los valderenses fue causa de la concesión Real del “Privilegio Grande”, firmado en Burgos el
15 de enero de 1388. Por su
otorgamiento se hizo en Valderas una nueva muralla y en ella el Arco de Santiago,
restaurándose también en el mismo estilo el arco de Las Arrejas. En el de Santiago vemos la estatua del Apóstol,
el emblema de Villalobos, y el propio escudo de Valderas de Don Alvar
Pérez de Osorio. Aquí tenemos el tiempo en que
aparece un nuevo escudo de Valderas (el de Don Alvar), en el momento en
que se amplía la muralla y se hace en ella esta puerta, lo cual nos hace pensar
que este de las dos banderas de la ermita de Otero pudiera ser del periodo de
la historia que se halla en medio del mandato del caballero López de Haro y de
Don Albar, coincidente a su vez con el principal florecimiento de las Siete
Villas de Campos. Por ello, en mi opinión, es ésta la época en que Valderas
tuvo como escudo oficial el de las “Dos Banderas”: desde la primera mitad del
siglo XIII (1200 a 1250), hasta los últimos lustros del siglo XIV.
Lógicamente, todo induce a pensar que le hizo el maestro
carpintero Gabriel Sánchez allá por el año
1683, al mismo tiempo que restauraba la ermita, con alegorías y claros
reflejos traídos de otro anterior (el de la plaza Mayor), pues creo que, a
pesar de estos últimos trescientos treinta y un años de su existencia (1683 a 2014),
los conocimientos que refleja dimanan de
otro muy anterior en el tiempo a las Siete Villas.
A nadie se nos escapa ya, que este preciado emblema valderenses
es una valiosísima joya, una reliquia histórica que nos habla de una época gloriosa de nuestro pasado, cuyo pergamino,
hoy es una tabla abandonada, olvidada y rota en la ermita del Otero.
Ruego encarecidamente, que ningún Valderense lo olvide, pues
si perdemos nuestro pasado se oscurecerá nuestra historia y el honor de
nuestros mayores.