Siguiendo con la heráldica valderense, en los capítulos titulados:
"El Templario" y "Heráldica", hemos visto el significado de
la simbología de dos escudos que subjetivamente creo los más antiguos: el de la
Casa Consistorial de la Plaza Mayor y el de las Siete Villas de Campos; pero el
rancio abolengo de la nobleza valderense también nos presenta otros no menos
importantes que representaron a la Villa en algún momento de la historia.
En el amanecer de éste nuevo milenio, Valderas nos ha mostrado uno más que
no sabíamos ni que existía, porque durante siglos permaneció oculto en la
oscuridad como piedra de cierre de la zarcera de una bodega, y hace pocos años
salió a la luz.
Rasgando los ecos del silencio, un insigne caballero ha alzando su voz y
nos ha mostrado la labra de la lápida que cubría su tumba, para decirnos, que
es a nosotros, a los hijos de los hijos de aquella raza de gentes austeras y
nobles caballeros, a quienes corresponde descubrir su glorioso pasado y su linaje, sus armas y su hidalguía, que es la nuestra.
La primera vez que vi esta lápida funeraria, lo primero que llamó
poderosamente mi atención fueron ocho espirales en forma de caracol que abrazan
la bordura formando un octógono semejante al del escudo de la casa
Consistorial, y he de reconocer que experimenté una extraña sensación, porque algo
me decía que este emblema grabado en bajorrelieve, y carente de los clásicos
lambrequines medievales, precisamente por las caracolas se hermanaba en el
tiempo con aquel del Consistorio de la Plaza Mayor, y podría tratarse de uno de
los más antiguos e importantes de nuestra Villa. Considerando sus signos he de
resaltar que las espirales (ocho conchas de caracol), al ser bajorrelieve, se ven mucho mejor aquí
que en el altorrelieve del Consistorio.
Es necesario resaltar que de los numerosos escudos heráldicos de
Valderas, solamente tres tienen esta
peculiar característica, y como investigador de la Hisoria Medieval de España
he de reconocer que me ilusionó ver tal coincidencia, porque desde que estudié
la simbología de aquel de la Plaza Mayor, deseaba encontrar algo así, porque si
lo hallaba, también cabía la posibilidad de hermanarlos en el mismo periodo de
la historia, y ahora, le tenía delante, e intuía que, si por cualquiera otro
detalle implícito en sus símbolos lograba descubrir la época histórica en que
se cinceló éste, sin lugar a dudas existía también la posibilidad real de
confirmar el tiempo en que se cinceló el de la Plaza Mayor, y así descartar
definitivamente la calificación que algunos hicieron de “Barroco Dieciochesco Tardío”,
en mi opinión errónea, puesto que se
hizo muchos siglos antes de este periodo de la historia; y a su vez, podríamos
también averiguar si el tiempo de aquel es coincidente con la orden
del Temple. Contemplando éste con detenimiento, nuevamente he de
reconocer que, como valderense me llené de ilusión y no salía de mi asombro,
pues aún sin consultar ninguna fuente de información, la sensación que me transmitía
era de un “auténtico emblema oficial de Valderas", no el de un Noble más, y sí el de un Jefe o Señor de la Villa, de ahí
su importancia que daba paso a la obligada pegunta:¿quién era este Caballero o Jefe de
la Villa? Ahí estaba el ilusiónate desafío de averiguarlo.
Unos meses de investigación dieron su fruto, y, por lo que seguidamente
voy a exponer, no me equivocaba, porque, ciertamente fue el de un importante regidor de
nuestra Villa.
Historia
Para enraizar su procedencia a través de sus símbolos, fue necesario
repasar un relato histórico y analizar las pistas que ofecía; luego las
compararé con los escudos heráldicos de los antepasados del linaje del caballero a quien perteneció, y así,
constatando similitudes arraigadas en el árbol genealógico de sus ancestros, llegué a una razonable conclusión que me condujo al caballero que se hizo enterrar bajo esta
lápida.
La historia dice que Alfonso VII, rey de León, fue coronado con el
título de “Emperador de las Españas”, y que dio el título de Señor de la Villa
de Haro a don Lope Díaz de Haro, quien casó con doña Mencía hija de Don Arias,
que le dio los siguientes hijos: Don
Alonso, que fue comendador de San Salvador de Soria en la Orden de Calatrava y
Señor de Villadrando y otros lugares: Don Lope Lope, ricohombre y Señor de
Almenara, Almenarilla y Miranda de Ebro; Don Sancho, ricohombre y Señor de
varias tierras citadas en el fuero de San Millán. Don Rodrigo, que aparece en
las donaciones que hizo Dª María de Urgel a la Orden de Calatrava; Don Pedro,
que aparece en la misma escritura con el anterior, Don Martín, que es tronco y
origen de la casa de Avellaneda, y Doña Mencía.
Cuando el Conde Don Lope Díaz de Haro enviudó de Doña Mencía tomó como
esposa a una joven llamada Dª Aldonza Ruiz de Castro, que le dio los siguientes
hijos: Don Diego (llamado el bueno), que años más tarde fue el alférez real de
Alfonso VIII de Castilla y Capitán de la Vanguardia en la batalla de Las Navas
de Tolosa; Doña María Urraca, abadesa del monasterio de Santa María de San
Salvador de Cañas y Beata de la orden cisterciense; Doña Toda, segunda abadesa
perpetua del citado monasterio; Doña Estefanía, Doña Elvira, Doña Aldonza, Doña
Sancha, Don García y Doña Apolonia Urraca López de Haro y Ruiz de Castro, que
fue reina de León y de Galicia al contraer matrimonio con el rey Fernando II.
Fernando II de León dio como
dote de esponsales a doña Apolonia Urraca los castillos y plazas que como línea
defensiva había repoblado y construido en la frontera Sur de su reino: Castroverde,
Villavicencio, Castroponce, Villafrechos y Valderas. La reina, tercera esposa
del monarca leonés, puso a sus hermanos como gobernadores de honor en estos
castillos.
¡Sorprendente! Ahondando en la historia
vemos que Valderas fue propiedad exclusiva de una Reina.
Ciertamente, con tantos hermanos
de la Reina como hemos citado, no es fácil determinar qué caballero de los
López de Haro quedó enterrado en Valderas, pero, basando las investigaciones en
los signos del nuevo escudo, si podemos asegurar con certeza que se trata de
uno de los López de Haro, y precisamente de uno que participó en las Navas de
Tolosa, así, subjetivamente me inclino a pensar que es uno de los sobrinos de Don
Diego (el Bueno), que, cómo más adelante veremos, le acompañaron como guardia
personal en el ataque más arriesgado de la vanguardia castellana contra la
hueste del Miramamolín en la Gran batalla de la Cruzada de la Cristiandad.
Examinando más a fondo los datos históricos, podemos comprobar, que la
dinastía de los Osorio, enraizada en Turienzo de los Caballeros Templarios, comienza a
señorear las Siete Villas de Campos en los primeros lustros del siglo XII, y, a
finales de éste mismo siglo y principios del XIII existe un periodo de tiempo
de más de un cuarto de siglo, en que los Osorio no gobiernan en Valderas, por
tanto, sin duda es éste el tiempo del señorío de los López de Haro, hermanos de
la reina doña Apolonia Urraca.
Revisando los libros de historia
de Valderas tenemos un importante dato, pues sin mencionar el nombre del Señor
de Valderas en aquella época de la historia, año 1.185 en adelante, el Padre
Albano García Abad en “Historia de Valderas y su Término” (1968), cuando habla del asalto
a Valderas por el rey Alfonso VIII de Castilla (el asaltoto llamado de los
Alfonsos), dice que en el castillo de
Valderas había familiares de Doña Urraca López de Haro (pág. 73).
Visto lo anterior, y, al sólo objeto de averiguar qué relación o nexo
de unión tiene con todo ello este nuevo escudo, o mejor, si realmente es de un
caballero descendiente de Don Lope Díaz, ahora que históricamente sabemos que era el señor de la villa de Haro
(entonces Castilla), lo siguiente es establecer una comparación de los símbolos
de nuestro escudo con aquellos del emblema heráldico de su linaje, precisamente
para ver si en ambos escudos aparecen signos traídos de la raíz del mismo árbol
familiar.
Para ver
con más claridad esta comparación, reflejaré aquí los escudos que en los siglos
XI, XII, y posteriores, históricamente aparecen como pertenecientes al linaje de
los López de Haro señores de Vizcaya, y a continuación el nuevo
escudo de Valderas hallado en agosto de 2006 en los soportales de la Plaza de
Ramón y Cajal (Paseo Viejo).
Escudo de los López de Haro
En Valderas
Escudo de los López de Haro
1.- Lobo atado al roble
2.- Sotueres de las Navas de
Tolosa
3.- Dos lobos pasantes de la
batalla de las Navas de Tolosa
Escudo de Valderas
1.- León coronado y cubierto con
un manto real
2.- Lobo atado al roble
3.- Sotueres de la batalla de las
Navas de Tolosa
4.- Calderas de los Manrique
(también están en otro escudo de los López de Haro.
___________________________________________________________
Nuestro escudo es cuartelado y va timbrado con un yelmo de caballero
adiestrado, que predica un vástago descendiente de la rama auténtica de su
linaje.
Los cuarteles están circundados por bordura cortada, con ocho calderas
en la parte superior y ocho sotueres en la inferior (piezas menores).
El caldero o puchero: es la marca del
rico hombre de España. En origen lo
entregan los reyes a aquellos magnates que consideraban Grandes del Reino,
teniendo entre otras facultades privativas la de levar y sostener tropas en sus
feudos y para sus empresas.
La caldera es principal insignia en el escudo de los Manrique, enraíza en la Merindad de Valdivieso en
Burgos, éste linaje ostenta dos calderas de oro y sable (negro), con cabezas de
sierpe (serpientes) a ambos lados. Las que vemos en la bordura izquierda del de
Valderas, por unión de antiguas familias arrancan en el de Valdivieso.
Sotueres: los sotueres o aspas, aunque aquí no podemos distinguir su
color, generalmente son de oro o plata y, originalmente los concedió el rey Alfonso VIII de Castilla a
caballeros que destacaron por su valor y arrojo en el combate de la toma de la
plaza de Baeza, poco antes de la batalla de Las Navas de Tolosa. En la gran cruzada de la cristiandad no
participó el rey de León, y, sí lo hicieron voluntariamente muchos caballeros
de su reino que se incorporaron en Toledo a los ejércitos de los reyes
cristianos. Igualmente, fue decisiva en la victoria la participación de
expertos monjes guerreros de las órdenes religiosas: Hospitalarios de San Juan,
Alcántara, Calatrava, Santiago, y
Temple. Los primeros aquí citados tenían representación en la calle de
Santiago de Valderas, y los últimos
poseían una Zona Oca con dos encomiendas en toda esta comarca de las
confluencias de León, Zamora y Valladolid.
Los monjes guerreros eran bravos
combatientes y buenos estrategas, la regla templaria era no dar marcha atrás en
el combate hasta que el enemigo no les superase en diez a uno, y, en esta
cruzada aportaron al Rey castellano las tácticas de combate envolventes en
retaguardia, que tan buen resultado
dieron en Jerusalén al príncipe normando de Toronto Bohemundo, en la de
liberación Tierra Santa contra el infiel.
Retomando la explicación del
escudo, se ha comprobado que el Caballero a quien pertenecía era de linaje de
grandes de Castilla, y, como más adelante veremos, participó con sus caballeros de Valderas en
la gran cruzada de la cristiandad de 1212, la batalla de Las Navas, luchando
al lado del Rey castellano Alfonso VIII y con
Don Diego, a la sazón alférez real de Castilla y Comandante de la
vanguardia del ejército castellano. Prueba de la participación de este
valderense, son los sotueres y la cruz Flordelisada que vemos en este escudo.
Más adelante veremos que la participación de los Nobles caballeros de
Valderas en Las Navas de Tolosa tuvo
mucho que ver con la victoria de las tropas cristianas. De este hecho
protagonizado por un valderense apenas se habla en los libros de historia, mas,
basando mi afirmación en el relato de los hechos históricos, soy consciente que
debe tratarse con toda precaución y rigor, pues imagino el interés que ha de
suscitar entre los hijos de Valderas, por ello, considero que ha de ser
explicado detenidamente más adelante en
un único capítulo titulado: “Valderenses en Las Navas de Tolosa”.
El león coronado y rampante que aparece en nuestro escudo, también está en uno de los
López de Haro, pero ambos son diferentes, pues el
de Valderas está cubierto con una capa o manto, y el otro no. ¿Qué nos quiere decir, un león
coronado cubierto con un manto real? Este signo, aunque por comparación pudiera
parecerlo, en mi opinión ya no es el del linaje de los de López de Haro que vemos en su escudo, sin
manto. En nuestro caso es el que distingue a los reyes de León, pues está
coronado y tiene una importante diferencia con el anterior: el manto real. Ello
indica que el viejo reino de León acoge bajo su manto a una nueva reina, a Doña
Apolonia Urraca López de Haro.
Por tanto, el león coronado
del emblema hallado en Valderas, en mi opinión, hace referencia a “una Reina
leonesa”, que particularmente lo fue
de los valderenses, pues, por regalo del Rey, únicamente a ella
pertenecía Valderas, por tanto es la
Reina, es “Una Leona”.
Digo y afirmo que en esta época de la historia nuestra Villa no
pertenecía al Rey, porque al morir éste en Benavente, doña Urraca trató de
poner a su hijo Sancho Fernández en el trono leones, y, al no conseguirlo
regresó a Castilla llevándose consigo las plazas que a eran suyas por dote de
bodas, entre ellas Valderas. Así lo hizo valer el rey castellano Alfonso VIII,
cuando tomó con su ejército Valderas en el ya citado ataque conocido como el de
los Alfonsos.
Cuartel bajo izquierdo:
Tenemos un lobo atado a un roble, igual al existente en los
cuarteles de dos escudos de los López de Haro. Precisamente, fue este símbolo el hilo conductor que en primcipio que me hizo ver la relación entre ambos linajes.
Valderas:
López de Haro
El lobo atado al roble viene a confirmar que el nuevo escudo de
Valderas tiene relación con el linaje de los López de Haro, ancestros del
caballero que aquí se hizo enterrar.
El Lobo.- Simboliza un corazón fuerte y constante que sufre las
calamidades de la guerra, y un continuo asedio que afronta y soporta con
generoso espíritu en medio de las mayores privaciones; mas, llegado el momento
de la lucha, pelea ferozmente sin dar cuartel al enemigo.
El Roble.- En la antigüedad era considerado el árbol sagrado de los
sacerdotes celtas, los Druidas. El roble se constituía en altar, en que el
sacerdote vestido con túnica blanca, realizaba la sagrada ceremonia cortando el
muérdago con un hocino de oro, y lo posaba sobre un lienzo blanco que sujetaban
por los extremos cuatro doncellas vestidas de blanco, y, a la vez, los celtas
sacrificaban junto al tronco dos toros de capa blanca que nunca habían sido
atados. Druida significaba el hombre del Roble, “El Sacerdote”.
Su significado heráldico es el profundo y fuerte enrizamiento de una
antigua nobleza.
El Señor de Valderas puso
solamente un lobo en su escudo, el que
distinguía a su linaje. Posteriormente a la batalla de Las Navas de Tolosa,
Diego López de Haro (llamado el Bueno) añadió otro más, y, a partir de entonces
el escudo de Vizcaya tiene dos lobos, pero, en tiempos de doña Urraca y su
hermano el Señor de Valderas solo tenía uno, el que vemos en este escudo lápida funeraria.
En la Web:http:/personal.telefonica.terra.es/web/vizcayamedieval/armas.htm., que relata ampliamente la historia del escudo de Vizcaya, dice:”El verdadero escudo de Vizcaya no se introdujo hasta el siglo XIV, y se formó de los dos elementos unidos a través del tiempo: el roble y los lobos. El roble representa el dosel o refugio de las asambleas de los vizcaínos congregados al aire libre en la Idoibalzaga o Guernica. Los lobos los tomaron del escudo de armas de los Señores de Vizcaya Díaz de Haro, el de Nájera, cuarto Señor auténtico de Vizcaya desde 1124 a 1170, usó un lobo en sus sellos de cera y plomo, y su hijo Diego López de Haro el Bueno, que tomó gran parte en la batalla de Las Navas con participación de sus vizcaínos, agregó al escudo de su padre, otro lobo, ambos cebados o encarnizados, que así se llaman por llevar corderos en la boca, en recuerdo de la victoria y gran botín cogido a los moros”.
En la Web:http:/personal.telefonica.terra.es/web/vizcayamedieval/armas.htm., que relata ampliamente la historia del escudo de Vizcaya, dice:”El verdadero escudo de Vizcaya no se introdujo hasta el siglo XIV, y se formó de los dos elementos unidos a través del tiempo: el roble y los lobos. El roble representa el dosel o refugio de las asambleas de los vizcaínos congregados al aire libre en la Idoibalzaga o Guernica. Los lobos los tomaron del escudo de armas de los Señores de Vizcaya Díaz de Haro, el de Nájera, cuarto Señor auténtico de Vizcaya desde 1124 a 1170, usó un lobo en sus sellos de cera y plomo, y su hijo Diego López de Haro el Bueno, que tomó gran parte en la batalla de Las Navas con participación de sus vizcaínos, agregó al escudo de su padre, otro lobo, ambos cebados o encarnizados, que así se llaman por llevar corderos en la boca, en recuerdo de la victoria y gran botín cogido a los moros”.
Cuartel
superior derecho:
Tiene la -Cruz
Flordelisada- de la batalla de las Navas de Tolosa.
Cuando estaba cediendo la vanguardia
del ejercito cristiano, y ante el empuje del sarraceno ya había caído el rojo
pendón de Castilla, ésta honrosa y memorable cruz que hoy podemos ver en la Catedral de Brugos, a una orden del Rey, fue izada
por el Alférez mayor de Castilla Don Álvaro Núñez, en el histórico y memorable momento en que el mismísimo Rey entraba en combate capitaneando las tropas de los Concejos
y Merindades de Castilla, y flanqueado por
los escuadrones de tres obispos y por
caballeros de Santiago y de Calatrava. A una orden del Rey, el Alférez
real alzó al cielo el supremo símbolo de la cristiandad , y la retaguardia entró en combate en auxilio de
los bravos caballeros de Don Diego (Junto a Don Diego López de Haro estaba
combatiendo su Alférez Don Pedro Arias de Valderas), que habían sido practicamente masacrados por el enemigo sin ceder ni un solo palmo de terreno, y continuaban peleando con heroica bravura.
Esta cruz del escudo de Valderas, prueba la participación de los
valderenses en la citada batalla. La lucha en las Navas de Tolosa fue cruenta,
especialmente para los voluntarios de los Concejos del pueblo, que no tenían
corazas ni experiencia en la guerra por
no ser hombres de armas, y para ser más
eficaces en el combate y ampararse en lo posible estratégicamente, las tropas
de los nobles castellanos y señores de los Concejos y Merindades del pueblo
llano, afrontaron la batalla mezcladas con los monjes guerreros de las órdenes
religiosas, más experimentados en las
cruzadas (aquí lucharon los
valderenses, y los relatos de la batalla parecen indicar que iban
con los caballeros de Calatrava). Las cuatro cruces ensanchadas que aparecen en
los ángulos de la Cruz Flordelisada, son iguales a la que luce en su cetro la
reina Urraca I de León (1109-1126).
Y, por alusiones en estos relatos, debo mencionar el tiempo de la
fundación de las órdenes militares religiosas.
La orden de los caballeros de Calatrava fue fundada en el
año 1158 durante el reinado de Sancho III, por el abad cisterciense navarro
Raimundo Feito y por el caballero castellano Diego Velázquez, y reconocida por
el Papa Alejandro III en el año 1164.
La orden de los caballeros de Santiago se fundó durante el
reinado de Fernando II de León, con su casa matriz en San Marcos, y es
reconocida por el mismo Alejandro III en
el año 1175.
La orden de Alcántara nació en el año 1156 en San Juliâo de
Pereiró, en territorio portugués, y radicaba en la frontera leonesa. Es
reconocida en el año 1177 por el mismo Papa que las anteriores.
La orden temple fue fundada en el año 1118 por el Caballero francés Ugo de Payens, con ocho monjes de la Orden de San Bernardo de Claraval (Francia), que se constituyeron en Caballeros defensores de los Santos Lugares sobre las mimas ruinas del Templo de Salomón en Jesuralen, de haí el nombre de "Templarios".
La orden temple fue fundada en el año 1118 por el Caballero francés Ugo de Payens, con ocho monjes de la Orden de San Bernardo de Claraval (Francia), que se constituyeron en Caballeros defensores de los Santos Lugares sobre las mimas ruinas del Templo de Salomón en Jesuralen, de haí el nombre de "Templarios".
Cuartel inferior derecho:
Es muy simple y
significativo. Tiene cinco flores quinquefolias. También se ven con claridad en
la bordura las aspas de la toma de Baeza.
Ni este cuadrante ni el anterior (las flores) parece que tengan ninguna
relación con los escudos originales del linaje de los López de Haro. Es muy
posible, casi podría asegurarlo, que
corresponde al distintivo de la esposa del aquí enterrado, pues los
escudos heráldicos reflejaban ambos linajes.
Los adornos florales hacen alusión al apellido Flores o Flórez, importante
linaje que arranca del nombre Foylez o Froilaz, y por corrupción del idioma
acabó convirtiéndose en Flores o Flórez.
Es un
apellido muy antiguo que comienza con Fruela II rey de Asturias, por tanto,
aquí tenemos una clara referencia al apellido Flórez y, coincidiendo con esta
época, la Crónica de Fernando II habla
del servicio que prestaron a la corona caballeros de este linaje en la toma de
Sevilla.
Los hechos históricos y comparaciones de estos escudos heráldicos
vienen a demostrarnos que el Señor y dueño
del nuevo escudo hallado en Valderas en el verano del año 2.006, es un
distinguido caballero del linaje de Los López de Haro.
¿Cuánto tiempo fue Señor de Valderas el caballero López de
Haro?
Para esclarecer la incógnita es necesario regresar nuevamente a los
datos históricos.
Como ya hemos visto, Doña Urraca
casó con el rey de León, y éste, como
dote de boda le entregó el Castillo de Valderas y otros que había ordenado
construir en la asediada frontera sur de su reino para defenderle de los
ataques del castellano Alfonso VIII. La nueva y joven reina puso a gobernar su
villa a sus hermanos, por tanto, como dato histórico fiable, podemos afirmar
que fue en el año 1185, cuando se casó doña Urraca.
El rey Fernando II falleció en
Benavente el día 22 de enero del año 1188, y doña Urraca intentó poner en el
trono de León a su hijo Sancho Fernández. Como no lo consiguió, se fue a su
antiguo lugar de Castilla llevándose consigo las posesiones y castillos que el
fallecido rey leonés la había dado. El castillo de Valderas paso a Castilla, y, como es lógico, aún siguió
gobernado la plaza el mismo caballero castellano.
En el año 1194, el rey Alfonso IX de León, hijo y sucesor de Fernando
II, hizo un tratado con el beligerante rey castellano Alfonso VIII, históricamente conocido como el Tratado de
Tordehumos. El castellano se comprometía a devolver a León las plazas
fronterizas del Sur (las que se llevó doña Urraca), y el de León se casaría con doña Berenguela, hija del rey
castellano.
El leonés cumplió su parte y la boda se celebró en Valladolid en el año
1197, pero Alfonso VIII nunca cumplió el acuerdo de devolver las plazas
fronterizas a León. Tres años más tarde, el Papa Clemente III anuló el
matrimonio por consanguinidad entre los esposos.
Estas villas y castillos no fueron recuperados por el rey de León hasta
que falleció Alfonso VIII y comenzó a reinar en Castilla Fernando III (el
Santo), hijo del rey Alfonso IX y de doña Berenguela.
Como vemos, Fernando III el Santo era hijo del rey de León, y, entre
padre e hijo firmaron un tratado de Paz el 26 de agosto del año 1218.
Volviendo nuevamente a las fechas en que el caballero López de Haro fue
Señor de Valderas, por lo anteriormente expuesto vemos que comprenden desde el año 1185 al 1218. En
este período de tiempo que comprende el año 1212, se produjo la batalla de las
Navas de Tolosa, de ahí su participación en la contienda.
Cabe pensar que este Señorío de
Valderas fue aún más largo que estos 31 años, pues al firmar el tratado de paz
entre padre e hijo como reyes de León y de Castilla, en 1218, tampoco había
ninguna razón para cambiar o destituir al Noble Caballero de Haro que regía los
destinos de Valderas. Por ello, todo hace pensar que continuó en su Señorío
hasta su muerte. Como fiel testigo aquí está la lápida de su tumba.
¿En qué lugar estaba la tumba del Caballero?
Al mismo tiempo que fue hallada esta lápida funeraria, comenzaron a
oírse rumores afirmando que muy cerca de éste lugar se había encontrado más
escudos; hablaban de otro que cubría una
tumba, y de que alguien, por temor a que paralizaran su reciente obra, lo
destruyó. También afirman que cuando se descubrió éste, alguien se quedó con la
otra mitad de la piedra en la que figura una inscripción, pero, por más que
porfié intentando hallar el lugar en que hoy pudiera estar, nadie me pudo dar
más referencias. Siendo así, la inscripción existente en la otra mitad nos
confirmaría a quién pertenecía este escudo.
Llamó poderosamente mi atención
que quienes afirmaban lo dicho, a la vez
señalaban los hallazgos de estas tumbas y escudos siempre en el mismo entorno
urbano, que hoy podemos ubicar en un reducido sector comprendido entre las
calles y casas que van desde el Paseo Viejo al
Seminario.
Por tanto, en este caso también
la pregunta es obligada: ¿qué había en el Siglo XII en este entorno que pudiera
albergar tan importantes lápidas funerarias?
Lógicamente hemos de buscar la respuesta en lo acontecido en estos
siglos, y la incógnita nos la aclara el padre Albano en “Historia de Valderas y su término”(1968): “La iglesia de
San Claudio el Viejo existía ya mucho antes del año 1172. Quizá fue la primera
iglesia de Valderas. La Iglesia de San
Claudio el Viejo, podemos decir, que es muy anterior al año 1172; pues en ese
año sucede el pleito entre los monasterios de Carracedo y el de San Claudio de
León a causa del de Toldanos, que estaba a legua y media de Valderas “( pág. 71).
Prosigue:“La
iglesia de San Claudio el Viejo estaba edificada fuera de la primera cerca, más
bien a las afueras del núcleo de población del Siglo XII. Exactamente estaba
emplazada frente al actual colegio de San Mateo, en lo que hoy es plaza, que es
el solar que dejó la desaparecida iglesia. Se llama plaza del café Moderno y
también de San Claudio. Fue una de las seis parroquias que tuvo Valderas. Una
de las más importantes. Los libros parroquiales son los más antiguos de todas
las parroquias de Valderas. Comienzan en el año 1.558. El siglo XX ya no
conoció la iglesia de San Claudio el Viejo, sino arruinada.
En el año
1887 ya había párroco en San Claudio el Nuevo. La iglesia de los Carmelitas
Calzados convertida en parroquia para suceder a San Claudio el Viejo”. (pág. 72)
Y continúa hablando de las tumbas: “En 1897, se habla en los libros de
fábrica del arreglo de los bienes que habían pertenecido a la arruinada iglesia
de San Claudio y al levantamiento de las sepulturas. En 1887, se habla del
arreglo de las fundaciones que había en la iglesia de San Claudio el Viejo”.
¡Aquí está la clave! precísamente en la mención a las sepulturas. Todo indica que el
caballero López de Haro se hizo enterrar en la desaparecida iglesia de San
Claudio el Viejo, sin duda, una de las más importantes en aquellos siglos.
En ese templo se hallaban
también otras tumbas de importantes señores e hidalgos de Valderas, de ahí que
se encontrasen más lápidas en el
entorno. A pocos metros de este lugar, en nuestro siglo XXI, en los soportales
del Paseo Viejo, apareció la mitad de la losa que cubría la tumba del viejo Caballero, en ella nos muestra su glorioso escudo de armas que, por los signos
en él grabados, viene a reescribir una importnte página de nuestra historia.