El Blog dedicado a Valderas


Este Blog nace como rincón de la historia y la poesía valderense.

Un cordial saludo de
CESIDIO BLANCO GONZÁLEZ
-Escritor, Rapsoda y poeta valderense-

¡Bienvenido amable visitante!

Raíces de una Reina

Siguiendo con la heráldica valderense, en los capítulos titulados: "El Templario" y "Heráldica", hemos visto el significado de la simbología de dos escudos que subjetivamente creo los más antiguos: el de la Casa Consistorial de la Plaza Mayor y el de las Siete Villas de Campos; pero el rancio abolengo de la nobleza valderense también nos presenta otros no menos importantes que representaron a la Villa  en algún momento de la historia.  
En el amanecer de éste nuevo milenio, Valderas nos ha mostrado uno más que no sabíamos ni que existía, porque durante siglos permaneció oculto en la oscuridad como piedra de cierre de la zarcera de una bodega, y hace pocos años salió a la luz.
Rasgando los ecos del silencio, un insigne caballero ha alzando su voz y nos ha mostrado la labra de la lápida que cubría su tumba, para decirnos, que es a nosotros, a los hijos de los hijos de aquella raza de gentes austeras y nobles caballeros, a quienes corresponde descubrir  su glorioso pasado y su linaje,  sus armas y su hidalguía, que es la nuestra.
La primera vez que vi esta lápida funeraria, lo primero que llamó poderosamente mi atención fueron ocho espirales en forma de caracol que abrazan la bordura formando un octógono semejante al del escudo de la casa Consistorial, y he de reconocer que experimenté una extraña sensación, porque algo me decía que este emblema grabado en bajorrelieve, y carente de los clásicos lambrequines medievales, precisamente por las caracolas se hermanaba en el tiempo con aquel del Consistorio de la Plaza Mayor, y podría tratarse de uno de los más antiguos e importantes de nuestra Villa. Considerando sus signos he de resaltar que las espirales (ocho conchas de caracol),  al ser bajorrelieve, se ven mucho mejor aquí que en el altorrelieve  del Consistorio.
Es necesario resaltar que de los numerosos escudos heráldicos de Valderas,  solamente tres tienen esta peculiar característica, y como investigador de la Hisoria Medieval de España he de reconocer que me ilusionó ver tal coincidencia, porque desde que estudié la simbología de aquel de la Plaza Mayor, deseaba encontrar algo así, porque si lo hallaba, también cabía la posibilidad de hermanarlos en el mismo periodo de la historia, y ahora, le tenía delante, e intuía que, si por cualquiera otro detalle implícito en sus símbolos lograba descubrir la época histórica en que se cinceló éste, sin lugar a dudas existía también la posibilidad real de confirmar el tiempo en que se cinceló el de la Plaza Mayor, y así descartar definitivamente la calificación que algunos hicieron de “Barroco Dieciochesco Tardío”, en mi opinión errónea,  puesto que se hizo muchos siglos antes de este periodo de la historia; y a su vez, podríamos también averiguar si el tiempo de aquel es coincidente con  la orden  del Temple. Contemplando éste con detenimiento, nuevamente he de reconocer que, como valderense me llené de ilusión y no salía de mi asombro, pues aún sin consultar ninguna fuente de información, la sensación que me transmitía era de un “auténtico emblema oficial de Valderas", no el de un Noble más, y sí el de un Jefe o Señor de la Villa, de ahí su importancia que daba paso a la obligada pegunta:¿quién era este Caballero o Jefe de la Villa? Ahí estaba el ilusiónate desafío de averiguarlo.
Unos meses de investigación dieron su fruto, y, por lo que seguidamente voy a exponer, no me equivocaba, porque, ciertamente fue el de un importante regidor de nuestra Villa.

Historia

Para enraizar su procedencia a través de sus símbolos, fue necesario repasar un relato histórico y analizar las pistas que ofecía; luego las compararé con los escudos heráldicos de los antepasados del linaje  del caballero a quien perteneció, y así, constatando similitudes arraigadas en el árbol genealógico de sus ancestros, llegué a una razonable conclusión que me condujo  al caballero que se hizo enterrar bajo esta lápida.
La historia dice que Alfonso VII, rey de León, fue coronado con el título de “Emperador de las Españas”, y que dio el título de Señor de la Villa de Haro a don Lope Díaz de Haro, quien casó con doña Mencía hija de Don Arias, que le dio los siguientes  hijos: Don Alonso, que fue comendador de San Salvador de Soria en la Orden de Calatrava y Señor de Villadrando y otros lugares: Don Lope Lope, ricohombre y Señor de Almenara, Almenarilla y Miranda de Ebro; Don Sancho, ricohombre y Señor de varias tierras citadas en el fuero de San Millán. Don Rodrigo, que aparece en las donaciones que hizo Dª María de Urgel a la Orden de Calatrava; Don Pedro, que aparece en la misma escritura con el anterior, Don Martín, que es tronco y origen de la casa de Avellaneda, y Doña Mencía.
Cuando el Conde Don Lope Díaz de Haro enviudó de Doña Mencía tomó como esposa a una joven llamada Dª Aldonza Ruiz de Castro, que le dio los siguientes hijos: Don Diego (llamado el bueno), que años más tarde fue el alférez real de Alfonso VIII de Castilla y Capitán de la Vanguardia en la batalla de Las Navas de Tolosa; Doña María Urraca, abadesa del monasterio de Santa María de San Salvador de Cañas y Beata de la orden cisterciense; Doña Toda, segunda abadesa perpetua del citado monasterio; Doña Estefanía, Doña Elvira, Doña Aldonza, Doña Sancha, Don García y Doña Apolonia Urraca López de Haro y Ruiz de Castro, que fue reina de León y de Galicia al contraer matrimonio con el rey Fernando II.
 Fernando II de León dio como dote de esponsales a doña Apolonia Urraca los castillos y plazas que como línea defensiva había repoblado y construido en la frontera Sur de su reino: Castroverde, Villavicencio, Castroponce, Villafrechos y Valderas. La reina, tercera esposa del monarca leonés, puso a sus hermanos como gobernadores de honor en estos castillos.
¡Sorprendente! Ahondando en la historia  vemos que Valderas fue propiedad exclusiva de una Reina.
 Ciertamente, con tantos hermanos de la Reina como hemos citado, no es fácil determinar qué caballero de los López de Haro quedó enterrado en Valderas, pero, basando las investigaciones en los signos del nuevo escudo, si podemos asegurar con certeza que se trata de uno de los López de Haro, y precisamente de uno que participó en las Navas de Tolosa, así,  subjetivamente me inclino a pensar que es uno de los sobrinos de Don Diego (el Bueno), que, cómo más adelante veremos, le acompañaron como guardia personal en el ataque más arriesgado de la vanguardia castellana contra la hueste del Miramamolín en la Gran batalla de la Cruzada de la Cristiandad.
Examinando más a fondo los datos históricos, podemos comprobar, que la dinastía de los Osorio, enraizada en Turienzo de los Caballeros Templarios, comienza a señorear las Siete Villas de Campos en los primeros lustros del siglo XII, y, a finales de éste mismo siglo y principios del XIII existe un periodo de tiempo de más de un cuarto de siglo, en que los Osorio no gobiernan en Valderas, por tanto, sin duda es éste el tiempo del señorío de los López de Haro, hermanos de la reina doña Apolonia Urraca.
 Revisando los libros de historia de Valderas tenemos un importante dato, pues sin mencionar el nombre del Señor de Valderas en aquella época de la historia, año 1.185 en adelante, el Padre Albano García Abad en “Historia de Valderas y su Término” (1968), cuando habla del  asalto a Valderas por el rey Alfonso VIII de Castilla (el asaltoto llamado de los Alfonsos),  dice que en el castillo de Valderas había familiares de Doña Urraca López de Haro (pág. 73).
Visto lo anterior, y, al sólo objeto de averiguar qué relación o nexo de unión tiene con todo ello este nuevo escudo, o mejor, si realmente es de un caballero descendiente de Don Lope Díaz, ahora que históricamente  sabemos que era el señor de la villa de Haro (entonces Castilla), lo siguiente es establecer una comparación de los símbolos de nuestro escudo con aquellos del emblema heráldico de su linaje, precisamente para ver si en ambos escudos aparecen signos traídos de la raíz del mismo árbol familiar.
Para ver con más claridad esta comparación, reflejaré aquí los escudos que en los siglos XI, XII, y posteriores, históricamente aparecen como pertenecientes al linaje de los López de Haro  señores de Vizcaya, y a continuación el nuevo escudo de Valderas hallado en agosto de 2006 en los soportales de la Plaza de Ramón y Cajal (Paseo Viejo).  

Escudo de los López de Haro


En Valderas



Escudo de los López de Haro

1.- Lobo atado al roble
2.- Sotueres de las Navas de Tolosa
3.- Dos lobos pasantes de la batalla de las Navas de Tolosa

Escudo de  Valderas
1.- León coronado y cubierto con un manto real
2.- Lobo atado al roble
3.- Sotueres de la batalla de las Navas de Tolosa
4.- Calderas de los Manrique (también están en otro escudo de los López de Haro.
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Nuestro escudo es cuartelado y va timbrado con un yelmo de caballero adiestrado, que predica un vástago descendiente de la rama auténtica de su linaje.
Los cuarteles están circundados por bordura cortada, con ocho calderas en la parte superior y ocho sotueres en la inferior (piezas menores).
El caldero o puchero: es la marca del rico hombre de España. En  origen lo entregan los reyes a aquellos magnates que consideraban Grandes del Reino, teniendo entre otras facultades privativas la de levar y sostener tropas en sus feudos y para sus empresas.

La caldera es principal insignia en el escudo de los Manrique,  enraíza en la Merindad de Valdivieso en Burgos, éste linaje ostenta dos calderas de oro y sable (negro), con cabezas de sierpe (serpientes) a ambos lados. Las que vemos en la bordura izquierda del de Valderas, por unión de antiguas familias arrancan en el de Valdivieso.
Sotueres: los sotueres o aspas, aunque aquí no podemos distinguir su color, generalmente son de oro o plata y, originalmente los  concedió el rey Alfonso VIII de Castilla a caballeros que destacaron por su valor y arrojo en el combate de la toma de la plaza de Baeza, poco antes de la batalla de Las Navas de Tolosa.  En la gran cruzada de la cristiandad no participó el rey de León, y, sí lo hicieron voluntariamente muchos caballeros de su reino que se incorporaron en Toledo a los ejércitos de los reyes cristianos. Igualmente, fue decisiva en la victoria la participación de expertos monjes guerreros de las órdenes religiosas: Hospitalarios de San Juan, Alcántara,  Calatrava,  Santiago, y  Temple. Los primeros aquí citados tenían representación en la calle de Santiago de  Valderas, y los últimos poseían una Zona Oca con dos encomiendas en toda esta comarca de las confluencias de León, Zamora y Valladolid.
 Los monjes guerreros eran bravos combatientes y buenos estrategas, la regla templaria era no dar marcha atrás en el combate hasta que el enemigo no les superase en diez a uno, y, en esta cruzada aportaron al Rey castellano las tácticas de combate envolventes en retaguardia,  que tan buen resultado dieron en Jerusalén al príncipe normando de Toronto Bohemundo, en la de liberación Tierra Santa contra el infiel.
 Retomando la explicación del escudo, se ha comprobado que el Caballero a quien pertenecía era de linaje de grandes de Castilla, y, como más adelante veremos,  participó con sus caballeros de Valderas en la gran cruzada de la cristiandad de 1212, la batalla de Las Navas, luchando al lado del Rey castellano Alfonso VIII y con  Don Diego, a la sazón alférez real de Castilla y Comandante de la vanguardia del ejército castellano. Prueba de la participación de este valderense, son los sotueres y la cruz Flordelisada que vemos en este escudo.
Más adelante veremos que la participación de los Nobles caballeros de Valderas en Las Navas de Tolosa  tuvo mucho que ver con la victoria de las tropas cristianas. De este hecho protagonizado por un valderense apenas se habla en los libros de historia, mas, basando mi afirmación en el relato de los hechos históricos, soy consciente que debe tratarse con toda precaución y rigor, pues imagino el interés que ha de suscitar entre los hijos de Valderas, por ello, considero que ha de ser explicado detenidamente más adelante en  un único capítulo titulado: “Valderenses en Las Navas de Tolosa”.
      

El león coronado y rampante que aparece en nuestro escudo,  también está en uno de los López de Haro, pero ambos son diferentes, pues el de Valderas está cubierto con una capa o manto, y el otro no. ¿Qué nos quiere decir, un león coronado cubierto con un manto real? Este signo, aunque por comparación pudiera parecerlo, en mi opinión ya no es el del linaje de los de  López de Haro que vemos en su escudo, sin manto. En nuestro caso es el que distingue a los reyes de León, pues está coronado y tiene una importante diferencia con el anterior: el manto real. Ello indica que el viejo reino de León acoge bajo su manto a una nueva reina, a Doña Apolonia Urraca López de Haro.

       Por tanto, el león coronado del emblema hallado en Valderas, en mi opinión, hace referencia a una Reina leonesa, que particularmente lo fue  de los valderenses, pues, por regalo del Rey, únicamente a ella pertenecía Valderas, por tanto es  la Reina, es “Una Leona”.
Digo y afirmo que en esta época de la historia nuestra Villa no pertenecía al Rey, porque al morir éste en Benavente, doña Urraca trató de poner a su hijo Sancho Fernández en el trono leones, y, al no conseguirlo regresó a Castilla llevándose consigo las plazas que a eran suyas por dote de bodas, entre ellas Valderas. Así lo hizo valer el rey castellano Alfonso VIII, cuando tomó con su ejército Valderas en el ya citado ataque conocido como el de los Alfonsos.


Cuartel bajo izquierdo:


Tenemos un lobo atado a un roble, igual al existente en los cuarteles de dos escudos de los López de Haro. Precisamente,  fue este símbolo el hilo conductor que en primcipio que me hizo ver la relación entre ambos linajes.

Valderas:



López de Haro



El lobo atado al roble viene a confirmar que el nuevo escudo de Valderas tiene relación con el linaje de los López de Haro, ancestros del caballero que aquí se hizo enterrar.
El Lobo.- Simboliza un corazón fuerte y constante que sufre las calamidades de la guerra, y un continuo asedio que afronta y soporta con generoso espíritu en medio de las mayores privaciones; mas, llegado el momento de la lucha, pelea ferozmente sin dar cuartel al enemigo.
El Roble.- En la antigüedad era considerado el árbol sagrado de los sacerdotes celtas, los Druidas. El roble se constituía en altar, en que el sacerdote vestido con túnica blanca, realizaba la sagrada ceremonia cortando el muérdago con un hocino de oro, y lo posaba sobre un lienzo blanco que sujetaban por los extremos cuatro doncellas vestidas de blanco, y, a la vez, los celtas sacrificaban junto al tronco dos toros de capa blanca que nunca habían sido atados. Druida significaba el hombre del Roble, “El Sacerdote”.
Su significado heráldico es el profundo y fuerte enrizamiento de una antigua nobleza.
 El Señor de Valderas puso solamente un  lobo en su escudo, el que distinguía a su linaje. Posteriormente a la batalla de Las Navas de Tolosa, Diego López de Haro (llamado el Bueno) añadió otro más, y, a partir de entonces el escudo de Vizcaya tiene dos lobos, pero, en tiempos de doña Urraca y su hermano el Señor de Valderas solo tenía uno,  el que vemos en este escudo lápida funeraria.
En la Web:http:/personal.telefonica.terra.es/web/vizcayamedieval/armas.htm., que relata ampliamente la historia del escudo de Vizcaya, dice:”El verdadero escudo de Vizcaya no se introdujo hasta el siglo XIV, y se formó de los dos elementos unidos a través del tiempo: el roble y los lobos. El roble representa el dosel o refugio de las asambleas de los vizcaínos congregados al aire libre en la Idoibalzaga o Guernica. Los lobos los tomaron del escudo de armas de los Señores de Vizcaya Díaz de Haro, el de Nájera, cuarto Señor auténtico de Vizcaya desde 1124 a 1170, usó un lobo en sus sellos de cera y plomo, y su hijo Diego López de Haro el Bueno, que tomó gran parte en la batalla de Las Navas con participación de sus vizcaínos, agregó al escudo de su padre, otro lobo, ambos cebados o encarnizados, que así se llaman por llevar corderos en la boca, en recuerdo de la victoria y gran botín cogido a los moros”.     


Cuartel superior derecho:

      Tiene la -Cruz Flordelisada- de la batalla de las Navas de Tolosa.
      Cuando estaba cediendo la vanguardia del ejercito cristiano, y ante el empuje del sarraceno ya había caído el rojo pendón de Castilla, ésta honrosa y memorable cruz que hoy podemos ver en la Catedral de Brugos, a una orden del Rey, fue izada por el Alférez mayor de Castilla Don Álvaro Núñez, en el histórico y memorable momento en que el  mismísimo Rey entraba en combate  capitaneando las tropas de los Concejos y  Merindades de Castilla, y flanqueado por los escuadrones de tres obispos y por  caballeros de Santiago y de Calatrava. A una orden del Rey, el Alférez real alzó al cielo el supremo símbolo de la cristiandad , y la retaguardia entró en combate en auxilio de los bravos caballeros de Don Diego (Junto a Don Diego López de Haro estaba combatiendo su Alférez Don Pedro Arias de Valderas), que habían sido practicamente masacrados por el enemigo sin ceder ni un solo palmo de terreno, y continuaban peleando con heroica bravura.
Esta cruz del escudo de Valderas, prueba la participación de los valderenses en la citada batalla. La lucha en las Navas de Tolosa fue cruenta, especialmente para los voluntarios de los Concejos del pueblo, que no tenían corazas ni  experiencia en la guerra por no ser hombres de armas, y para ser  más eficaces en el combate y ampararse en lo posible estratégicamente, las tropas de los nobles castellanos y señores de los Concejos y Merindades del pueblo llano, afrontaron la batalla mezcladas con los monjes guerreros de las órdenes religiosas, más experimentados en las  cruzadas (aquí lucharon los  valderenses, y los relatos de la batalla parecen indicar que iban con los caballeros de Calatrava). Las cuatro cruces ensanchadas que aparecen en los ángulos de la Cruz Flordelisada, son iguales a la que luce en su cetro la reina Urraca I de León (1109-1126).
Y, por alusiones en estos relatos, debo mencionar el tiempo de la fundación de las órdenes militares religiosas.
La orden de los caballeros de Calatrava fue fundada en el año 1158 durante el reinado de Sancho III, por el abad cisterciense navarro Raimundo Feito y por el caballero castellano Diego Velázquez, y reconocida por el Papa Alejandro III en el año 1164.
La orden de los caballeros de Santiago se fundó durante el reinado de Fernando II de León, con su casa matriz en San Marcos, y es reconocida por el  mismo Alejandro III en el año 1175.
La orden de Alcántara nació en el año 1156 en San Juliâo de Pereiró, en territorio portugués, y radicaba en la frontera leonesa. Es reconocida en el año 1177 por el mismo Papa que las anteriores.
La orden temple fue fundada en el año 1118 por el Caballero francés Ugo de Payens, con ocho monjes de la Orden de San Bernardo de Claraval (Francia), que se constituyeron en Caballeros defensores de los Santos Lugares sobre las mimas ruinas del Templo de Salomón en Jesuralen, de haí el nombre de "Templarios".

Cuartel inferior derecho: 

Es muy simple y significativo. Tiene cinco flores quinquefolias. También se ven con claridad en la bordura las aspas de la toma de Baeza.
 Ni este cuadrante ni el anterior (las flores) parece que tengan ninguna relación con los escudos originales del linaje de los López de Haro. Es muy posible, casi podría asegurarlo, que  corresponde al distintivo de la esposa del aquí enterrado, pues los escudos heráldicos reflejaban  ambos linajes. Los adornos florales hacen alusión al apellido Flores o Flórez, importante linaje que arranca del nombre Foylez o Froilaz, y por corrupción del idioma acabó convirtiéndose en Flores o Flórez.
Es un apellido muy antiguo que comienza con Fruela II rey de Asturias, por tanto, aquí tenemos una clara referencia al apellido Flórez y, coincidiendo con esta época, la  Crónica de Fernando II  habla del servicio que prestaron a la corona caballeros de este linaje en la toma de Sevilla.
Los hechos históricos y comparaciones de estos escudos heráldicos vienen a demostrarnos que el Señor y dueño  del nuevo escudo hallado en Valderas en el verano del año 2.006, es un distinguido caballero del linaje de Los López de Haro.

¿Cuánto tiempo fue Señor de Valderas el caballero López de Haro?
                                                                                               
Para esclarecer la incógnita es necesario regresar nuevamente a los datos históricos.
 Como ya hemos visto, Doña Urraca casó con el rey de León, y  éste, como dote de boda le entregó el Castillo de Valderas y otros que había ordenado construir en la asediada frontera sur de su reino para defenderle de los ataques del castellano Alfonso VIII. La nueva y joven reina puso a gobernar su villa a sus hermanos, por tanto, como dato histórico fiable, podemos afirmar que fue en el año 1185, cuando se casó doña Urraca.
  El rey Fernando II falleció en Benavente el día 22 de enero del año 1188, y doña Urraca intentó poner en el trono de León a su hijo Sancho Fernández. Como no lo consiguió, se fue a su antiguo lugar de Castilla llevándose consigo las posesiones y castillos que el fallecido rey leonés la había dado. El castillo de Valderas paso a  Castilla, y, como es lógico, aún siguió gobernado la plaza el mismo caballero castellano.
En el año 1194, el rey Alfonso IX de León, hijo y sucesor de Fernando II, hizo un tratado con el beligerante rey castellano Alfonso VIII,  históricamente conocido como el Tratado de Tordehumos. El castellano se comprometía a devolver a León las plazas fronterizas del Sur (las que se llevó doña Urraca), y el de León  se casaría con doña Berenguela, hija del rey castellano.
El leonés cumplió su parte y la boda se celebró en Valladolid en el año 1197, pero Alfonso VIII nunca cumplió el acuerdo de devolver las plazas fronterizas a León. Tres años más tarde, el Papa Clemente III anuló el matrimonio por consanguinidad entre los esposos.
Estas villas y castillos no fueron recuperados por el rey de León hasta que falleció Alfonso VIII y comenzó a reinar en Castilla Fernando III (el Santo), hijo del rey Alfonso IX y de doña Berenguela.
Como vemos, Fernando III el Santo era hijo del rey de León, y, entre padre e hijo firmaron un tratado de Paz el 26 de agosto del año 1218.
Volviendo nuevamente a las fechas en que el caballero López de Haro fue Señor de Valderas, por lo anteriormente expuesto vemos que  comprenden desde el año 1185 al 1218. En este período de tiempo que comprende el año 1212, se produjo la batalla de las Navas de Tolosa, de ahí su participación en la contienda.
 Cabe pensar que este Señorío de Valderas fue aún más largo que estos 31 años, pues al firmar el tratado de paz entre padre e hijo como reyes de León y de Castilla, en 1218, tampoco había ninguna razón para cambiar o destituir al Noble Caballero de Haro que regía los destinos de Valderas. Por ello, todo hace pensar que continuó en su Señorío hasta su muerte. Como fiel testigo aquí está la lápida de su tumba.

¿En qué lugar estaba la tumba del Caballero?

Al mismo tiempo que fue hallada esta lápida funeraria, comenzaron a oírse rumores afirmando que muy cerca de éste lugar se había encontrado más escudos;  hablaban de otro que cubría una tumba, y de que alguien, por temor a que paralizaran su reciente obra, lo destruyó. También afirman que cuando se descubrió éste, alguien se quedó con la otra mitad de la piedra en la que figura una inscripción, pero, por más que porfié intentando hallar el lugar en que hoy pudiera estar, nadie me pudo dar más referencias. Siendo así, la inscripción existente en la otra mitad nos confirmaría a quién pertenecía este escudo.
 Llamó poderosamente mi atención que  quienes afirmaban lo dicho, a la vez señalaban los hallazgos de estas tumbas y escudos siempre en el mismo entorno urbano, que hoy podemos ubicar en un reducido sector comprendido entre las calles y casas que van desde el Paseo Viejo al  Seminario.
 Por tanto, en este caso también la pregunta es obligada: ¿qué había en el Siglo XII en este entorno que pudiera albergar tan importantes lápidas funerarias?
Lógicamente hemos de buscar la respuesta en lo acontecido en estos siglos, y la incógnita nos la aclara el padre Albano en “Historia de Valderas y su término”(1968): “La iglesia de San Claudio el Viejo existía ya mucho antes del año 1172. Quizá fue la primera iglesia de Valderas. La Iglesia de  San Claudio el Viejo, podemos decir, que es muy anterior al año 1172; pues en ese año sucede el pleito entre los monasterios de Carracedo y el de San Claudio de León a causa del de Toldanos, que estaba a legua y media de Valderas “( pág. 71).
Prosigue:“La iglesia de San Claudio el Viejo estaba edificada fuera de la primera cerca, más bien a las afueras del núcleo de población del Siglo XII. Exactamente estaba emplazada frente al actual colegio de San Mateo, en lo que hoy es plaza, que es el solar que dejó la desaparecida iglesia. Se llama plaza del café Moderno y también de San Claudio. Fue una de las seis parroquias que tuvo Valderas. Una de las más importantes. Los libros parroquiales son los más antiguos de todas las parroquias de Valderas. Comienzan en el año 1.558. El siglo XX ya no conoció la iglesia de San Claudio el Viejo, sino arruinada.
En el año 1887 ya había párroco en San Claudio el Nuevo. La iglesia de los Carmelitas Calzados convertida en parroquia para suceder a San Claudio el Viejo”.  (pág. 72)  
Y continúa hablando de las tumbas: “En 1897, se habla en los libros de fábrica del arreglo de los bienes que habían pertenecido a la arruinada iglesia de San Claudio y al levantamiento de las sepulturas. En 1887, se habla del arreglo de las fundaciones que había en la iglesia de San Claudio el Viejo”.
¡Aquí está la clave! precísamente en la mención a las sepulturas. Todo indica que el caballero López de Haro se hizo enterrar en la desaparecida iglesia de San Claudio el Viejo, sin duda, una de las más importantes en aquellos siglos.
 En ese templo se hallaban también otras tumbas de importantes señores e hidalgos de Valderas, de ahí que se encontrasen más lápidas en  el entorno. A pocos metros de este lugar, en nuestro siglo XXI, en los soportales del Paseo Viejo, apareció la mitad de la losa que cubría la tumba del viejo Caballero, en ella nos muestra su glorioso escudo de armas que, por los signos en él grabados, viene a reescribir una importnte página de nuestra historia.