El Blog dedicado a Valderas


Este Blog nace como rincón de la historia y la poesía valderense.

Un cordial saludo de
CESIDIO BLANCO GONZÁLEZ
-Escritor, Rapsoda y poeta valderense-

¡Bienvenido amable visitante!

La Primavera


Para ver las fotos -pinchar en una de ellas-










Plateado rocío alfombra el suelo,
efluvio de frescura iluminada,
pulcra luz a la vida consagrada,
de radiantes fulgores pinta el cielo.
        La calandria al azul eleva el vuelo,
silbando entre la brisa perfumada,
guarando en la llanura sosegada,
arrullando su nido con desvelo.
    Sublimada de paz y esperanzada,
como una novia en flor enamorada,
natura se vistió de verde gala.
      Luce seda de bellas alboradas,
con traje de dorados esplendores,
 reflejo de mil flores deslumbradas.









Mi querida compañera,
¿Me preguntas intrigada,
cómo es mi tierra adorada
donde vi la luz primera?
      ¿Quieres saber vida mía,
por qué brillo de alegría
y se me emociona el alma,
cuando me acuerdo de ella?
       Compañera de mi vida,
mi dulce y joven esposa,
yo te llevaré a Valderas,
¡Iremos a la Altafría!.
            II
      Rosa fresca perfumada
es la villa de Valderas,
fiel esposa enamorada
de las orillas del Cea.
      Bella y dulce labradora,
enamorada pastora
vestida de primavera,
morena de sol dorada.
       Española y leonesa,
bendecida de grandeza,
con las calles blasonadas
de antigua regia nobleza. 
Anciana madre adorada
que recibe con dulzura,
 a los hijos que partieron
añorando su ternura.
         Vieja galera varada
bajo bóveda azulada,
estática en verdes mares
de amapolas y trigales.
        Son sus banderas doradas,
dos  altivas atalayas,
erguidas en la distancia,
corona con la muralla.
       Bastiones incombustibles
de antiguas glorias guerreras,
cinceladas cual estrellas,
con llamas bajo bandera.
      Calles de rancio abolengo,
escudos de armas en piedra,
el arco de la Arrejas
y blasones de nobleza.
Son fieles testigos mudos
de batallas y contiendas,
que te cubrieron de gloria
en la noche de la historia.
                          III
Confluencia de caminos,
epicentro de mercados,
tradición de la cultura,
inspiración de poetas.
   Pan de hogaza candeal,
cocido, cecina y queso,
vino de Prieto Picudo,
bacalao al ajo arriero.
    Identidad en la mesa,
manjares de buen yantar,
regalan los paladares
de propios y viajeros.
        Cuna de hijos ilustres
de seminario e iglesia,
que llevaron por el mundo
la gloria de su grandeza.
        Santuario de una Madre,
radiante dulce y morena
   embeleso de los cielos,
   alma y vida de Valderas.
IV
      Musa mía enamorada
de mi querida Valderas,
de sus plazas porticada
y las calles blasonadas.
       Del balcón de la Alta-Fría,
de las orillas del Cea,
de los trigales floridos,
de sus bellas primaveras.
      De las alondras cantando
en las frescas sementeras,
de las dulces madrugadas,
de  las auroras serenas.
       De crepúsculos dorados
de colores esmaltados,
de  las mieses que se encañan,
de  los trigos que se enceran.
    Del rubio grano en la espiga,
blanco pan sobre la mesa,
y del racimo de uvas
madurando en una cepa.
De la virgen más bonita,
radiante, dulce y morena,
 que sube hasta la Alta-fría
a bendecir nuestra tierra.
V
Canta, musa castellana,
tañe tu lira de plata,
embriágate de belleza
en los campos de mi tierra.
      ¿Quieres pintar unos versos
de naturaleza nueva?
¡Ven conmigo a la Alta-Fría!
¡Ya llegó la primavera!
VI
         Azul y limpio está el cielo,
la tarde muy placentera,
declina ya el sol dorado,
sobre el teso en la ladera.
            En las tupidas alfombras
de las empinadas cuestas,
apuntan ya los colores
de mil florecillas nuevas.
Son espejos azulados
las mansas aguas del Cea,
en que se miran las rosas
y las blancas azucenas.
Los mirlos tienen amores
del río entre los mimbrales,
   anidan las gallinitas
entre los cañaverales.
Pían pajarillos nuevos
    en las frondosas florestas,
están guarando calandrias
en las lindes de las huertas.
         Las brisas traen perfumes
de las rosas tempraneras,
mezclados con los aromas
de tomillo y hierbabuena.
         En la altas alamedas
suena música del cielo,
están trinando jilgueros,
 los ruiseñores cantando.
Guturales armonías
de naturaleza nueva,
 emborrachan los sentidos
de radiante primavera.
         Son efluvios celestiales
los perfumes naturales,
volando sobre las brisas
entre huertas y trigales.
Declina dulce la tarde
regalando mis oídos,
con conciertos musicales
de chicharras y de grillos.
VII
Mi amada y joven esposa,
sueño de amor y de vida,
¿Te fascinó la belleza
y  la paz de la Alta-Fría?
         ¡Sé, que te has emocionado!,
¡Se te ha escapado una lágrima!
¿Valderas, te ha enamorado?
  ¡la llevo en el alma mía!