Por causa de la pandemia de Coví que
desgarra de dolor España y el mundo, este aciago año 2021, como ya nos ocurrió
el pasado 2020, muchos valderenses no podremos viajar a nuestra querida
patria chica para vivir allí con los
nuestros la Semana Santa, que es mágica, llena de profundo y cristiano
sentimiento de adoración. La dolorosa pasión de Cristo, en nuestra Villa leonesa
se vive con sacrificio, austeridad, y profunda adoración.
Aunque no podamos viajar, nuestro
cariño y pensamiento estará allí, Dios sabe que estrá allí con nuestra gente, especialmente en las mágicas
noches del Jueves y el Viernes Santo, para pedir al Señor su
divina protección para nuestra Villa y
gente. Virtualmente nos postraremos en santa adoración y manso silencio ante el monumento al
Señor, y ante la crisolada urna de nuestro Cristo Yacente; aunque por desidia
y dejadez de algunos, no podamos adorarle alojado el su Santo sepulcro que para Él nos
legaron nuestros mayores.
Dedico estos poemas a todos los valderenses que con su sacrifico
y devoción han conseguido tan magnífica Semana Santa en nuestra Villa, a las diferentes Cofradías que procesionan las sagradas imágenes, y muy especialmente a los fallecidos por esta maldita pandemia.
A Jesús Nazareno
Con
la pesada Cruz el Nazareno,
camina por las calles agotado,
el sudor en el rostro ensangrentado,
empaña la mirada de Dios bueno.
Su espíritu
de amor dulce y sereno,
para salvar al mundo del pecado,
desgarrador dolor ha soportado
henchido de cariño santo y pleno.
El alma de
Valderas lacerada,
ha buscado el calor del Santo amado
y a la Cruz desvalida está abrazada.
Con la
oración que Tú me has enseñado,
por el dolor intenso de tu herida,
imploré compasión en mi caída,
y tu supremo amor me ha perdonado.
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Declina suave y dulce la luminosa la tarde, y un sangriento crepúsculo dorado, llora de amargura y pena el Viernes
Santo. La noche primaveral serena y clara, ha vestido con un manto de estrellas la bóveda celeste sombre el templo de San Juan, y adorando al féretro sagrado en qué yace el Señor, hizo vela junto al Santo Sepulcro, destrozado.
A Cristo
yacente
Temblando de estupor la luna inquieta,
clavó en Cristo yacente su
mirada,
entristada, llorosa,
desgarrada,
musitó una oración santa y discreta.
Al contemplar de Dios mortal silueta,
yacente en una urna acristalada,
con el cuerpo y la cara ensangrentada,
se postró desvalida como
asceta.
Gimiendo de dolor, desencajada,
tomó un manto de estrellas
titilantes,
y al Dios bueno arropó en
la noche Santa.
Mas el alma del cofrade enamorada,
lacerada de amor, muda y
discreta,
adoró al Nazareno de
Valderas,
¡El
Cordero de Dios la consolaba!
El Santo Sepulcro está destrozado.Valderenses de honor y de bien, No consintáis esta vergonzosa afrenta.